No sabemos si estos días Ian Burkhart haya elegido una canción de Prince para homenajearlo, jugando al Guitar Hero. Eso no tendría nada de particular de no ser por el hecho de que el joven es tetrapléjico y ha conseguido mover sus dedos para tocar, 5 años después.
Burkhart perdió la sensibilidad de antebrazos a pies en un accidente de playa, en Carolina del Norte. Una ola le jugó una mala pasada y se rompió el cuello. Desde entonces, dispone de la movilidad justa en sus brazos para desplazar la silla de ruedas en la que se traslada. El resto de acciones, incluso las básicas como vestirse, no puede ejecutarlas por sí mismo. Pero hace unos días pudimos comprobar cómo lograba mover los dedos de la mano derecha lo suficiente como para: teclear la mencionada guitarra, verter el contenido de un pequeño recipiente y moverlo con una pajita, o coger una taza.
Ello fue el resultado de muchas horas de entrenamiento semanal que Bukhart ha llevado realizando desde 2014. Fue ése el año en que se sometió a una operación para implantarle un microchip en el cerebro. Lo hizo el neurocirujano Ali Rezi, también director del Centro de Neuromodulación del Estado de Ohio (EEUU). Rezi y su equipo lograron acotar el área del cerebro, perteneciente a la corteza motora, donde se inicia el movimiento del brazo derecho del joven. Le colocaron el microchip en ella para registrar la generación de las acciones, además de un dispositivo conductor de la señal en la parte superior del cráneo.
El chip consta de 96 filamentos, mientras que al dispositivo mencionado se enchufan los cables que conectan aquel con un terminal. Éste procesa la señal eléctrica neuronal y de él parten, a su vez, los 130 electrodos que Bukhart se ajusta a su brazo derecho. Ellos son los que generan movimiento en los músculos para que no solo puedan moverse el antebrazo o la mano entera, también los dedos de forma individual. Esa circunstancia ha sido posible, aparte de por los dos años de entrenamiento del paciente, por el software que procesa la señal del chip y la envía, de forma legible, a los electrodos.
Se trata, entonces, de un bypass neuronal que transporta el impulso cerebral a la extremidad, evitando la zona del cuerpo que lo cortocircuita, es decir, la médula espinal. En este proceso es clave el aprendizaje, tanto el humano como el informático. Respecto al primero, el joven norteamericano ha ido aprendiendo a ajustar los dedos y la mano a cada movimiento, a base de práctica puesto que no percibe sensaciones. El algoritmo que utiliza el software aprende, también, al mismo tiempo.
En este ensayo clínico y técnico están colaborando el Battelle Memorial Institute, el Centro de Neuromodulación del Estado de Ohio, el propio estado con financiación y donantes privados. El objetivo final de este desarrollo bioelectrónico es que los pacientes con movilidad reducida o nula puedan, en un futuro, utilizarlo en su vida. De esa forma ganarían autonomía, el mayor sueño de Ian Burkhart.